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29 noviembre, 2012

Arte para sanar

La práctica de las artes originarias es una forma de recuperar y reconstruir la armonía con nuestro ser y entorno.

La práctica de las artes originarias es una forma de recuperar y reconstruir la armonía con nuestro ser y entorno.

Impulsar procesos de democratización social efectiva y educación intercultural en todos los niveles educativos, que incluya a los sectores históricamente excluidos es la mejor forma de enfrentar la violencia.

Así concluyeron los antropólogos, psicólogos y jóvenes indígenas que participaron en el Foro Internacional “Las artes indígenas en la superación de las violencias” que se realizó el pasado miércoles 21 de noviembre en el Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia.

El Foro formó parte de la semana “Los Pueblos Indígenas Contra las Violencias” organizado por el Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas – ECMIA y CHIRAPAQ Centro de Culturas Indígenas del Perú, gracias al apoyo de la Fundación Ford, AECID y la Comunidad Andina de Naciones.

Mario Tavera, responsable territorial de la región amazónica de UNICEF en Perú, señaló que los niños y adolescentes indígenas son los más vulnerables en conflictos armados.

“Si bien hay avances fundamentales como la Convención sobre los Derechos del Niño, estos tienen que ir con acciones decididas para cerrar las brechas sociales y económicas, y enfrentar las violencias estructurales como el racismo, la discriminación y el clasismo que afecta a la niñez indígena”, señaló.

Por su parte Enrique Gonzáles Carré, ex rector de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga y autor de Wakchaschay. Los Huérfanos Pajarillos (CHIRAPAQ, 1994), estudio pionero sobre las condiciones de los niños refugiados como producto de la violencia en los años 80, narró las circunstancias en las cuales se desarrolló el estudio y discutió sobre el compromiso de educar el alma a través del arte en condiciones durísimas.

“Los Talleres de Afirmación Cultural promovidos por CHIRAPAQ son el vivo testimonio de amor por sanar y crear otras condiciones para que los niños afectados por la violencia emprendan un camino de esperanza y creación colectiva”, calificó.

El arte es una forma de juego y todo juego tiene reglas, que nos hacen participes del mismo o no, de esta forma el arte no es algo que esté fuera de la sociedad, sino que responde a ella para comprometerse y desarrollar espacios para la creación. Así lo señaló Ana Correa, miembro del Grupo Cultural Yuyachkani. Ella compartió con el público la idea del arte escénico puesto al servicio de la denuncia social y la sanación colectiva.

Por su parte, José Miguel Calderón, integrante de TAE Perú, indicó que las respuestas frente a la violencia pueden ser múltiples, pero que las más constructivas son aquellas que crean lazos comunicativos y afectivos, como aquellas que nacen desde arte.

La presentación de jóvenes, pertenecientes a las tres generaciones que participaron y participan de los Talleres de Afirmación Cultural Ñoqanchiq de CHIRAPAQ es el vivo testimonio del poder y potencial de trasformación del arte para sembrar esperanzas y saberes.

Sergio Huamaní, ayer un niño integrante de los Talleres y hoy un notable retablista y abogado, narró sus primeros esfuerzos creativos en un contexto difícil, debido al desplazamiento de su familia y a la pérdida de su hermano durante la guerra interna. Dania Pariona, joven de la tercera generación de Ñoqanchiq contó su experiencia de vida a través del manejo del tallado de piedra y como ello le ayudo a enfrentar el mundo y conocerlo.