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6 mayo, 2015

Artesanas indígenas se reinventan en busca de nuevos mercados

Mujeres Yanesha en la Selva Central aprenden técnicas de mercadeo para venta de artesanías no dependa únicamente del turismo.

Mujeres Yanesha en la Selva Central aprenden técnicas de mercadeo para sus ventas no dependan únicamente el turismo.

Buscan que algodón e iconografía ancestral de sus pueblos sean reconocidos en el mundo entero.

Las lluvias y huaycos ocurridos en los meses de marzo y abril no solo bloquearon carreteras y dejaron a cientos de damnificados. También representaron un duro golpe para aquellos pueblos indígenas que dependen del turismo para sobrevivir.

Las mujeres Yanesha, que habitan en la Selva Central del Perú, aprovechan el afluente de visitantes en esta temporada para vender artesanías. Esto representa aproximadamente un tercio del total de sus ventas anuales.

Con la Carretera Central bloqueada por deslizamientos y las alarmantes imágenes de desastre en Chosica la cantidad de turistas que se aventuraron a viajar a esta parte del país se redujo considerablemente. Fue un cruel inicio del año para estas mujeres, cuyos ingresos, dependen de la llegada de estos visitantes.

Hoy las artesanas del pueblo Yanesha están explorando las posibilidades de las técnicas de la mercadotecnia para identificar nuevos posibles consumidores, mejorar la calidad de sus productos y aumentar sus ventas.

“Recolectar las semillas y las plantas para teñir las telas nos toma un días enteros caminando por el monte”, explican. El producto final representa una gran cantidad de horas de trabajo para ellas, por lo que las críticas a veces no son bien recibidas. “No a todas nos gusta escuchar que hicimos una costura mal o que el color que escogimos no le gusta al cliente”.

Reunidas en Lima, tuvieron la oportunidad de escuchar de María Elena Fernández, directora de la galería de arte y diseño Dédalo, qué es lo que sus clientes buscan en una pieza de artesanía peruana. Visitaron también otros comercios locales dedicados al diseño peruano y la venta de productos ecológicos, además de la escuela de moda Chio Lecca, para conocer los diferentes usos de la artesanía en la moda contemporánea.

Con una nueva mirada ellas han observado detenidamente sus productos e identificado fallas en la producción, desde una iconografía que no fue trazada a la perfección hasta una costura que no fue rematada con firmeza.

Para la Carolina Restrepo, diseñadora colombiana, la producción debe ser la última de sus preocupaciones. “Es frustrante para las artesanas el dedicar tanto tiempo a fabricar una pieza que quizá no se venda. Lo más importante sería concentrar sus esfuerzos en identificar primero a su comprador”.

Restrepo es presidenta de ‘Puro Corazón’, compañía dedicada a la venta de accesorios y ropa que mezclan el arte popular y las técnicas tradicionales de los pueblos andinos con diseños contemporáneos.

La empresaria explicó que los diseñadores no buscan únicamente comprar las artesanías y telas sino el identificar una habilidad en particular. Muchos de los bolsos de ‘Puro Corazón’ han sido elaborados con piezas producidas por artesanas en regiones tan distantes como Cusco, Puno y Ancash. Las diferentes técnicas desarrolladas por los pueblos indígenas se unen así en la elaboración de un solo producto.

Desde hace tres años, CHIRAPAQ, Centro de Culturas Indígenas del Perú y la Federación de Comunidades Nativas Yanesha FECONAYA, unen esfuerzos para el mejoramiento de las condiciones de producción del algodón nativo y la revaloración de las técnicas ancestrales del teñido y la herencia cultural iconográfica de este pueblo.

En alianza con la Fundación Angélica Fuentes se busca impulsar la participación de la mujer indígena en la vida económica de sus comunidades, fortalecer su liderazgo y abrir nuevas oportunidades para su desarrollo.

La artesanía adquiere así un nuevo valor para la mujer indígena. Ya no es solo una fuente de ingreso para su familia sino un camino para que su voz se escuche.