Los retos para enfrentar la desnutrición infantil: “Saber y no poder”. Un estudio de caso en Vilcas Huamán (Ayacucho) es una investigación de Tamia Portugal, Carmen Yon y Rocío Vargas Machuca (Instituto de Estudios Peruanos, que analiza la propuesta del Programa Soberanía y Seguridad Alimentaria que CHIRAPAQ – Centro de Culturas indígenas del Perú desarrolla en las comunidades quechuas de Vilcas Huamán, Ayacucho.
Este programa de CHIRAPAQ tiene entre sus objetivos combatir la desnutrición que afecta a los pueblos indígenas a partir de la revalorización de conocimientos ancestrales y cultivos nativos, vinculados al patrimonio intelectual y cultural de los pueblos indígenas, superando el menosprecio contra los alimentos indígenas y el trabajo agrícola.
A partir del análisis de esta iniciativa, el estudio delimita los retos para enfrentar la desnutrición crónica infantil y la anemia en las comunidades indígenas de Ayacucho. Pese a que la DCI ha bajado a nivel nacional en los últimos cinco años, esta se mantiene alta en la sierra rural, donde 3 de cada 10 niños menores de 5 años son afectados.
El problema al que hace referencia el título del libro es que las madres indígenas conocen e intentan practicar lo aprendido en los servicios de salud estatales o capacitaciones de las ONG para enfrentar la desnutrición crónica infantil y la anemia. Sin embargo, su aplicación no logra ser sostenible y las cifras de DCI no se han reducido significativamente.
Entonces, el problema no es la falta de información, sino condiciones estructurales como la baja disponibilidad y el acceso a alimentos, especialmente carnes de alto valor en el mercado, y la gran carga de trabajo de las madres en el hogar y las chacras. A esto se suma que las comunidades no cuentan con agua y saneamiento, por lo que son vulnerables a los focos infecciosos.
Las madres indígenas tienen poca confianza en los servicios de salud pública por la mala calidad de la atención, donde el personal muchas veces ejerce discriminación racista y somete a malos tratos a los niños. La mayoría del personal de salud no atiende en quechua, pese a que más de la mitad de las madres son monolingües.
Ante esta situación, el estudio señala la necesidad de promover la biodiversidad de los cultivos de las familias indígenas, la revaloración de conocimientos locales y el consumo de productos nativos.
Además, desde un enfoque de género, prestar una mayor atención al papel clave que cumplen las mujeres indígenas en la crianza y el trabajo en la chacra, para formular programas que tomen en cuenta las dificultades que afrontan de manera cotidiana.
Recomienda formular políticas públicas intersectoriales que atiendan problemas de saneamiento, agricultura familiar sostenible y comercio justo, con enfoques interculturales que partan del reconocimiento de la ciudadanía de los pueblos quechuas.
La investigación sugiere vigilar las maneras cómo el sistema de educación superior inculca en los profesionales de la salud jerarquías culturales que afectan su trabajo con las familias indígenas, y proponer rutas para generar prácticas de salud que reconozcan los conocimientos locales y sus beneficios.
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