Solsticio de invierno marca un nuevo ciclo de fertilidad de la naturaleza.
En una acción significativa de revaloración de nuestras tradiciones y expresiones culturales originarias, CHIRAPAQ, Centro de Culturas Indígenas del Perú, realizó una ceremonia de pago a la tierra en el cerro tutelar Acuhimay, ubicado en la periferia de la ciudad de Huamanga, Ayacucho, el pasado 21 de Junio.
Al amanecer de este día, cuando los rayos solares caen directamente sobre el trópico de cáncer, se produce el día más corto y la noche más larga del año, anunciando el solsticio de invierno, el cual simboliza el inicio del año para los pueblos indígenas.
“Somos hijos del sol, somos hijos de la madre tierra, y celebramos un nuevo año, revalorando nuestras tradiciones, en honor y en nombre de ello”, expresó Leónidas Casas Ballón, vicepresidente de CHIRAPAQ.
En la ceremonia participaron organizaciones fraternas. Entre ellas, la Red de Comunicadores Indígenas Quechuas de Ayacucho, la Organización de Niños, Niñas, adolescentes y Jóvenes Indígenas de Ayacucho Ñuqanchik y la Federación de Clubes de Madres y Mujeres de Ayacucho FEDECMA.
“Estamos retomando el legado de nuestras culturas ancestrales, recuperando estas festividades, en su esencia fundamental”, señaló Juan Quichua, miembro de la Red de Comunicadores Indígenas Quechuas de Ayacucho.
Los pueblos indígenas, en la búsqueda armónica de convivencia con la naturaleza, se han guiado por los equinoccios y solsticios de la trayectoria del sol para elaborar sus calendarios anuales.
La fecha, marca el inicio de un nuevo ciclo de vida. En la cultura quechua, los movimientos del sol y la luna proyectan los tiempos de la siembra y la cosecha del ciclo agrícola.
El solsticio de invierno es considerado por los pueblos indígenas como un renacer, marca el inicio de un nuevo ciclo de fertilidad de la naturaleza. La época de cosecha culmina y se acerca el periodo de siembra, anunciando que el sol emprende su camino de retorno a la tierra, regresando la luz y la vida.
Foto: Aaron Kutnick.