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19 agosto, 2016

El largo camino hacia la escuela

Los centros de formación rural en alternancia en Loreto son una alternativa interesante, pero que requiere de apoyo en su implementación.

Este año, el Ministerio de Educación del Perú implementó los Centros de Formación Rural en Alternancia (CRFA), que permiten a los jóvenes de comunidades indígenas alejadas acceder a educación secundaria que la Educación Intercultural Bilingüe no cubre. Este artículo explora los problemas de extra edad y las brechas de género que debe enfrentar esta nueva modalidad educativa.

Sin duda, la educación es una herramienta crucial para salir del círculo pernicioso de la pobreza. Para lograr esto, los pueblos indígenas del campo y la ciudad requieren una educación de calidad y culturalmente pertinente, en su prElopio idioma y que ponga en valor la cultura propia, sin discriminación.

En el caso de los pueblos indígenas que viven en las zonas más alejadas de los centros urbanos, se requiere implementar también una educación geográficamente pertinente. No es mismo vivir en zonas urbanas que en las áreas rurales o en comunidades dispersas.

La comunidad nativa de Antioquía se ubica en el distrito de Balsapuerto. Acceder desde la ciudad de Yurimaguas toma 7 horas en bote y 6 horas adicionales de caminata desde el centro poblado de Panan. Cada mes, el profesor Augusto Varas Mendoza hace ese recorrido, cruzando campos de cultivo, montes, aguajales, ríos y quebradas. El transporte fluvial es riesgoso para el profesor y para el personal de la UGEL que supervisa su función.  “Es nuestro esfuerzo, nuestro amor por los niños, nuestro apostolado de los que amamos nuestra vocación docente”, señala Augusto.

Como otros docentes de centros poblados recónditos, Augusto tiene innumerables anécdotas en las que ha puesto en juego su vida. Yuri Cavero Panduro, responsable de Gestión Territorial de la Dirección de Servicios Educativos en el Ámbito Rural del Ministerio de Educación, menciona que el 37% de los docentes de zonas rurales corre un gran riesgo de sufrir accidentes.

En el distrito de Balsapuerto, las comunidades indígenas cuentan con instituciones educativas de nivel inicial y primaria multigrado rural, en las que se dan clases simultáneas a niños y niñas de diversos grados de primaria en una sola aula.

Mientras que la cobertura educativa de nivel inicial y primaria crece poco a poco – aunque no exenta de otras dificultades –, la educación secundaria es todavía un problema, debido a las grandes distancias y la imposibilidad de crear una institución secundaria en cada comunidad y centro poblado.

Este año, la UGEL de Alto Amazonas ha destinado plazas docentes a los Centros de Formación Rural en Alternancia (CRFA) ubicados en cuatro comunidades de Balsapuerto: Nueva Esperanza, Pucalpillo, Antioquía y Puerto Porvenir. Como este es el primer año en que se aplica esta modalidad educativa, los CRFA solo cubren el primer año de secundaria. Los otros grados se añadirán a medida que los estudiantes avancen.

En esta modalidad, los estudiantes permanecen 15 días en los CRFA y 15 días en sus comunidades de origen. En los CRFA los alumnos reciben una formación integral centrada en proyectos técnico-productivos que luego desarrollan e implementan en sus comunidades. En el tiempo que pasan en sus comunidades, reciben visitas de los docentes monitores, quienes asesoran y monitorean el avance de sus proyectos.

Para vivir dos semanas en la institución educativa, los estudiantes necesitan dormitorios, colchones, mosquiteros, útiles de aseo y, sobre todo, alimentación. Los coordinadores y las comunidades han gestionado los materiales necesarios, pero la alimentación es un punto crítico que los encargados tienen que resolver hasta con dinero de su propio bolsillo, como refiere el profesor Marcos Ramírez Macedo, coordinador del CRFA de la comunidad de Pucalpillo

Sin el esfuerzo del Estado, las comunidades, las familias, los directores y los maestros y maestras que dejan a sus familias para construir patria desde su vocación docente, no hubiera sido posible que alumnos y alumnas de aproximadamente 20 comunidades que atienden a estos CRFAs continúen con su educación secundaria. Sin embargo, como en toda empresa, los retos y dificultades están a la orden del día.

Lucy Tello Tangoa es una joven Shawi de 18 años. Ella vive en Pucalpillo y cursa el 1° año de secundaria en el CRFA de su comunidad. Terminó el 6° grado de primaria hace 5 años pero no pudo continuar la secundaria porque aquello implicaba caminar todos los días durante 3 horas de ida y 3 horas de retorno, hasta la comunidad de Soledad. La discriminación de género no permite que las niñas se alejen de sus casas para ir a la escuela. Si bien la distancia disuade a varones y mujeres de seguir estudiando, el temor y la inseguridad son obstáculos aún mayores para las jóvenes como Lucy.

El profesor Marcos Ramírez Macedo señala que al CRFA que dirige en Pucalpillo acuden también alumnos y alumnas de las comunidades de Bello Horizonte, Loreto, Pampa Hermosa y San Juan. El CRFA da educación a 35 alumnos, de un promedio de 15 años. De ellos, solamente 5 son mujeres.

La misma situación se presenta en el CRFA de Nueva Esperanza, donde el promedio de edad en el primer año de secundaria es de 15 años y solo 5 de los 23 alumnos son mujeres. El profesor Sandry Maslucán Flores, coordinador del CRFA, señala que todos sus alumnos están en extra edad. Es decir, han superado la edad apropiada para el grado que están cursando. En el primer año de secundaria tiene alumnos y alumnas desde los 13 hasta los 20 años de edad.

Por otra parte, la brecha de género se debe a que algunas familias todavía piensan que la educación no es para mujeres; en otros casos, los padres desconfían por temor a que sus niñas sean víctimas de tocamientos indebidos o de violación sexual, como se han dado casos en el pasado en otras comunidades.

Esta es una parte de la realidad de la educación de los pueblos indígenas de la Amazonía; existen otras aristas que, por razones de espacio, merecen otras líneas.

Información de Miguel Calisaya.