Hoy culminaría el largo proceso legal interpuesto en el Cusco por un conjunto de mujeres indígenas en contra del personaje de Jorge Benavides: La Paisana Jacinta.
Este sería un primer gran paso en la lucha contra el racismo y la discriminación racial, dada la trascendencia del personaje como expresión de los estereotipos raciales en contra de las mujeres y los esfuerzos que se han realizado durante los últimos 20 años. En primer lugar, se ha puesto en evidencia su impacto en la reproducción y fortalecimiento del racismo. Segundo, se ha buscado que sea erradicada de los medios de comunicación y las redes sociales. Finalmente, se ha abierto el debate sobre las múltiples maneras por las cuales se expresa el racismo en nuestro país.
En este proceso, tres han sido las oportunidades en las cuales el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial – CERD (por sus siglas en inglés) se ha pronunciado en contra del personaje de Jorge Benavides y sus recomendaciones no han sido aun plenamente incorporadas por el Estado, pero sí han contribuido a una mejor precisión en la conceptualización del problema del racismo, pues como lo hizo notar el Comité en 2014, nuestro Estado no contaba con una definición clara de lo que es el racismo y por ello, le era problemático abordarlo.
Resulta muy sintomático que sea precisamente una mujer quien se haya opuesto a erradicar el personaje de la Paisana, en una anterior oportunidad, pues para la magistrada Yenny Delgado Aybar los argumentos de las demandantes son meras especulaciones.
La “especulación”, con la poderosa carga subjetiva que conlleva al momento de abordar el racismo en nuestro país, le ha restado validez a la argumentación de las personas afectadas. Así, expresiones como “te parece”, “no es lo que crees”, “te haces problemas por las puras”, “así son las cosas”, “no tienes correa” u otras más elaboraras como “eres muy susceptible”, hasta teorías de la conspiración como “son agendas extranjeras que buscan desestabilizar el sentir del pueblo peruano”. Todas estas expresiones han naturalizado la violencia y el ejercicio de la discriminación en nuestro país, hechos que abundan en las noticias policiales en casos de feminicidio y otros brutales actos de violencia.
La violencia está conformada por una multitud de elementos que la alimentan a través de mensajes cotidianos, constantes a lo largo de los años y que van naturalizando o haciendo “normales” el desprecio, el estereotipo de un conjunto social sobre el cual se tiene el derecho de expresar juicios y representaciones.
Si desapareciera el personaje de la Paisana Jacinta, no desaparecería el racismo en nuestro país, pero sería la primera vez que se escucharía la voz de las afectadas en un tema tan espinoso y controversial que ha estructurado nuestra sociedad y sobre el cual recién estamos gateando y este sería nuestro primer paso. Por ello, las mujeres indígenas del continente se preparan para lograr una recomendación general en el Comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), órgano de expertos independientes que supervisa el cumplimiento de la Convención contra la discriminación contra la mujer.