La Paisana Jacinta resurge, pero esta vez, reinterpretada desde la mirada infantil.
No hay ninguna duda que la Paisana Jacinta es popular, y lo popular, en el sentido de gusto masivo, no necesariamente va de la mano de lo correcto y bueno.
Como marca, la Paisana Jacinta es un éxito. Su sola presencia genera “recordación” inmediata, y sus gestos y frases forman parte de su signo distintivo, es en definitiva el sueño de cualquier publicista, y en nuestro caso, es la mejor marca y signo distintivo de lo que caracteriza a nuestra sociedad: el racismo.
No es casualidad que sea a través del humor que se propague con más éxito el racismo, pues apela a un medio supuestamente “inocuo” y que recoge el gusto masivo y se apoya en los códigos sociales establecidos y aceptados, pero que muy pocos se cuestionan sobre los fundamentos y razón de los mismos.
Recientemente, un niño ha hecho de las delicias del gusto popular al caracterizar a la Paisana Jacinta en un programa que viene apelando al play back, en su dimensión exagerada por decir lo menos, en un programa del mismo nombre, que apoyándose en figuras conocidas de la farándula viene creciendo para abarcar a todos los segmentos sociales, en este caso los niños.
Para un segmento mayoritario de la sociedad, le resulta cuestionable que se le cuestione sus gustos. Para otro sector resultan muy cuestionables dichos gustos ¿qué queda entonces? El diálogo y el debate, el libre pensamiento y la apertura a mejores formas de comunicación mediante la participación de quienes se ven afectados en sus intereses y gustos.
Y los indígenas nos sentimos afectados en la continua propagación y reproducción de la imagen de la Paisana Jacinta, sobre la cual ya nos hemos pronunciado en reiteradas oportunidades expresando argumentos, no de gustos, sino de cómo afecta a la construcción de nuestra identidad indígena y cómo afecta en la manera como la sociedad identifica y percibe a los indígenas. Y no se trata de gustos pues un organismo mundial y diverso como el Comité para la Eliminación del Racismo y la Discriminación Racial – CERD de las naciones Unidas, ha señalado lo negativo que resulta este personaje para construir una sociedad diversa, democrática y respetuosa.
La Paisana Jacinta ha sido de los personajes mediáticos que más formas ha encontrado para reproducirse. Ahora ha sido un niño, que ha sido celebrado por su talento para reproducir los gestos y maneras de la Paisana Jacinta, mañana serán otros, tanto adultos como niños, que en su imitación, continuarán aceitando los engranajes del racismo en nuestro país, que se alimenta del gusto popular y lo nutre de estereotipos, imágenes y símbolos que nos colocan a los indígenas en el campo de las burlas, o dicho de otra manera, que nos colocan en el campo de lo que no debe tomarse en serio.