Estamos a tan solo tres horas de Ayacucho, en una noche de película organizada por Chirapaq, asociación dedicada a promover el cine con imagen y voz propia. Una proyección de cine no es usual en este distrito, así que cuando esta se anuncia, decenas de personas acuden.
El objetivo es que la audiencia se vea a sí misma en la pantalla, dándoles la oportunidad de ver sus alegrías y luchas en una película. La programación incluye obras filmadas por pueblos indígenas de Argentina, Bolivia, Canadá, México, Noruega y Perú. Pero la proyección esperada por todo el público son los cortometrajes realizados por las mujeres y jóvenes de este distrito.
“Kutikamuy” y “Yakuqa Kawsaymi” son dos películas en lengua quechua cuyo escenario son los andes. Ambas abordan temas cercanos al público. La primera, la historia de una joven mujer próxima a migrar a la ciudad en busca de oportunidades. La segunda, la lucha cotidiana de las mujeres andinas para conseguir agua y alimentar a sus familias.
“Hay muchos temas de los que se puede hablar en el audiovisual peruano, solo que no exploramos en nuestra memoria. Pensamos que los hechos de la historia deben quedar en el pasado desde las audiencias y muchos realizadores”. Así reflexiona Yonida Cayllahua Vásquez, joven madre que -hoy sin reparos- se refiere a sí misma como cineasta.
Desde su adolescencia, Cayllahua participó en el rodaje de varios cortometrajes realizados de forma colectiva en el marco de la iniciativa en formación audiovisual promovida por Chirapaq.
“Mis compañeros y yo no conocíamos ciertas costumbres de mi comunidad, por ejemplo, hacer prendas en base a lana de oveja. Recuerdo que recurrí a los más ancianos de la comunidad para que me cuenten a detalle las partes de ese proceso”. Esta investigación condujo a la realización colectiva del cortometraje “Wankukuq qaytu” (Hilo que abriga) y a que Cayllahua subiera al escenario del prestigioso Festival de Cine de Lima en donde la obra fue galardonada.
Los pueblos indígenas están haciendo películas en Perú, pero estas no tienen oportunidad de ser mostradas a un amplio público. Pero, para Chirapaq, la audiencia más importante no está en la ciudad, sino en las propias comunidades que ven reflejadas sus historias en la pantalla grande.

Además de entretener, la proyección es una oportunidad para conversar sobre temas incómodos y cuestionarlos. “Hay muchos tipos de violencias y debemos insistir a las autoridades para que puedan oír nuestras peticiones, a pesar de que muchas veces no nos hagan caso. Es importante pensar en nuevas estrategias para mostrar nuestras realidades”. A esta reflexión llega Rosaura Quize, agricultora que viajo desde la comunidad de Mayupampa para asistir a esta proyección.
Este trabajo se enmarca en el compromiso de Chirapaq como miembro de la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas (CLACPI). Una proyección de cine diferente, con canto, baile, comida, juego y reflexión y con películas cercanas a nuestros mundos y corazones. Este es el verdadero punto de partida para el cine indígena en el Perú.