El martes y miércoles últimos, jóvenes delegadas indígenas del Ande y la Amazonía, junto a la asociación indígena CHIRAPAQ, apelaron a que los sectores de salud y educación y gobiernos locales y regionales, amparados en sus competencias y funciones, contribuyan efectivamente a la reducción del embarazo adolescente.
Antuanet Condori Carrera, aymara de Puno de 19 años y Nelaydith Sofía Chapay, asháninka de Junín de 17 años, llegaron a Lima con un pliego de propuestas elaboradas por jóvenes de la Comunidad Nativa de Cushiviani, la organización Wayna Wila-UJIA Unión de Jóvenes Indígenas Aymaras y la Federación de Comunidades Nativas Yanesha (FECONAYA), las cuales representan las voces de cerca de cuatro mil jóvenes indígenas.
Si bien el Perú cuenta con una Norma Técnica de Salud para Atención Integral de la Salud en la Etapa de Vida Adolescente, los jóvenes indígenas no participan en las reuniones de coordinación multisectorial para su implementación. Según explicaron Condori y Chapay, de contar con representación en este espacio abogarían para que los centros de salud atiendan a los jóvenes indígenas en horarios flexibles y con mayor discreción “considerando que asistimos a la escuela y vivimos en pueblos pequeños en donde todos se conocen”.
Respecto a la Política Sectorial de Salud Intercultural, ambas jóvenes coincidieron en que su implementación debe incluir el recojo de datos estadísticos diferenciados que den cuenta de la situación de las jóvenes indígenas. Aunque las encuestas nacionales no diferencian hasta la fecha los datos de embarazo adolescente según población indígena. Se sabe que la maternidad no deseada entre las adolescentes y jóvenes indígenas es un gran problema que alcanza cifras superiores a los promedios nacionales.
Según un informe de la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza, si se considera la variable lengua originaria hablada por adolescentes rurales entre 15 y 19 años; 48 de cada 100 adolescentes que hablan una lengua amazónica estuvo alguna vez embarazada. Tomando en consideración que muchas adolescentes indígenas ya no hablan su lengua originaria, estas cifras minimizan la realidad.
“Nosotros hemos salido a las calles y hemos preguntado a los jóvenes aymaras si reciben educación sexual en sus colegios”, explica Condori. De acuerdo a una encuesta conducida por CHIRAPAQ y organizaciones indígenas entre los meses de septiembre a octubre de 2018, el 14% de las y los jóvenes indígenas no han recibido ni una sola clase de educación sexual en el 2018, y el 44% afirma que solo tuvo tres el año pasado. Sobre la calidad de las clases, más del 50% no recordaba qué temas se abordaron y el 24% afirma que las y los adultos que dictan estas clases no están bien informados.
En el diálogo participaron la Dirección de Salud Sexual y Reproductiva y la Dirección del Pueblos Indígenas u Originarios del Ministerio de Salud, así como la Mesa De Trabajo Para Promover Los Derechos De Las Mujeres Indígenas Y Originarias del Ministerio de la Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.
Alberto Santiago Zapata, Director Ejecutivo de Salud Sexual y Reproductiva, señaló que el próximo año tienen planeado el fortalecer los conocimientos de los docentes sobre educación sexual, así como el desarrollar sus competencias para impartir este tema en el aula. Por su parte Lucy Del Carpio, funcionaria de esta misma dirección, recomendó a las jóvenes indígenas el solicitar a las Unidad de Gestión Educativa Local (UGEL) la intervención del MINSA para dicho propósito.
Por su parte el Ministerio de la Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, se comprometió a pactar reuniones con los Ministerios de Educación y Cultural a fin de alcanzar el pliego de demandas de la juventud indígena.