Rudy Pillpe Yaranga es un joven indígena quechua de Ayacucho, estudiante de Derecho en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, quien tuvo la oportunidad de representar a su casa de estudios en el Concurso Interamericano de Derechos Humanos, en Washington D.C. Rudy comparte con nosotros la historia de cómo se sobrepuso a la carencia económica para participar de manera destacada en este evento, donde compitieron 102 universidades del mundo.
LUCHANDO POR NUESTROS SUEÑOS
Rudy Augusto Pillpe Yaranga
Estudiante de Derecho
Del 21 al 27 de mayo de 2016 se llevó a cabo la 21º edición de la competencia mundial Concurso Interamericano de Derechos Humanos, organizado por la American University Washington College of Law. En este concurso participaron estudiantes de las universidades más destacadas del Perú y el mundo.
Un grupo de estudiantes universitarios quechuas de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, muy entusiastas y comprometidos con los derechos humanos, decidieron participar en este magno evento. Para ello, solicitaron a los docentes realizar una selección interna. Los ganadores fueron Rudy Augusto Pillpe Yaranga y Yenni Bleck Huayta Humareda, quienes representarían a Ayacucho y el Perú en el referido concurso.
Estos jóvenes soñadores sancristobalinos no tuvieron el apoyo económico de su universidad, a diferencia de los representantes de todas las demás universidades del mundo, cuyas instituciones cubrían todos los gastos de pasajes y estadía en Washington. Los jóvenes quechuas pertenecen a una universidad estigmatizada a causa del conflicto armado interno en el Perú (1980-2000), provienen de una de las regiones más pobres del Perú y son miembros de comunidades indígenas.
Frente a estas adversidades, los participantes consiguieron varios préstamos de diversas personas. Aunque el dinero era insuficiente, obtuvieron las visas y compraron los pasajes para su primer vuelo en avión. Cuando se quiere hacer bien las cosas, no se debe poner limitaciones para alcanzar sus sueños.
Es así que llegaron a Washington D.C. el 20 de mayo de 2016. Antes, se habían contactado con Tania Pariona Tarqui, quien conocía a Roberto Rojas Dávila, trabajador peruano en Estados Unidos que los ayudó alojándolos dos noches en su pequeño departamento. Luego, tomaron contacto con Reyna Silva Santisteban Rottiers, quien los alojó durante el concurso.
Todas las universidades tenían entrenadores de alto nivel, incluso maestros de artes escénicas para mejorar la expresión corporal y facial de sus participantes. Los sancristobalinos eran solo dos voluntades quienes se habían atrevido a luchar por sus sueños y demostrar que podían ser tan capaces como los estudiantes de las mejores universidades del mundo. El tema de derechos humanos era especial, porque los pobladores de Ayacucho, la tierra de donde vienen, aún siguen sufriendo por las violaciones de derechos humanos durante el conflicto armado interno.
Luego de las rondas orales, compitiendo con otras universidades del mundo, y demostrando todo el esfuerzo de meses de preparación, el evento concluyó. Los resultados fueron una alegría para los sancristobalinos, pues su universidad apareció entre las 50 primeras. Además, los memoriales redactados por sus dos representantes ocuparon el puesto 10 entre las 102 universidades en competencia. Lograron superar a otras universidades destacadas, como la Pontifica Universidad Católica del Perú y la Universidad Nacional Autónoma de México.
Aunque en un primer momento existía el riesgo de no participar en el concurso por la carencia económica; la voluntad y perseverancia pudieron mucho más que los límites de nuestro contexto. Este es un logro académico que posiciona a la UNSCH internacionalmente, sin embargo, los participantes son conscientes que hay mucho por trabajar en la defensa de los derechos humanos en beneficio de las poblaciones vulnerables, como las comunidades indígenas, los niños, las personas en situación de discapacidad, las mujeres y todos aquellos que necesitan protección. Este es sólo el comienzo de una ardua tarea en la defensa de los derechos humanos. Parafraseando a César Vallejo, nosotros también diremos: “Hombres humanos, hay, hermanos, muchísimo que hacer”.