Esta sabia mujer ayacuchana compartió con las nuevas generaciones el arte del telar en cintura. Hoy nos deja a los 75 años.
Mama Toribia Huayllaccahua, murió el pasado 15 de agosto, un día después de haber cumplido 75 años de edad. Un cáncer al estómago y diversas complicaciones de salud la arrancaron de este mundo.
Durante el conflicto armado interno en Ayacucho CHIRAPAQ promovió los Talleres de Afirmación Cultural Ñoqanchiq, con el fin de que los más pequeños, desplazados y huérfanos de la violencia, pudieran recuperarse emocionalmente y preservar las tradiciones de sus pueblos.
Mama Toribia, provenía de la comunidad de Llamanniluq, en Huanta, y como cientos de Ayacuchanos se vio obligada a migrar a la capital de provincia para salvar su vida y la de su familia.
Su saber quedo plasmado en la guía didáctica “Ayamara Kuru” (1998). El Aymara Kuru es una forma de expresión textil que dispone la creación de figuras o iconografías, conocidas en quechua como Kuru.
Mama Toribia enseño los secretos de esta forma de tejido a varias generaciones de niños, y continuó tejiendo hasta el último día de su existencia. Sus últimos años, viviendo en el distrito de Carmen Alto en Huamanga, los dedico a la agrupación local de los adultos mayores, a quienes enseño también este arte.
La activista indígena y presidenta de CHIRAPAQ, Tarcila Rivera Zea la recordó con estas palabras.
“Recuerdo a Mama Toribia, vital, enérgica, clara, sin miedos ni temores. Hablar fuerte y claro, era su característica. Liderando a 87 familias de su comunidad vino a tomar la ladera del Cerro Acuchimay, la Montaña Sagrada que protege la ciudad de Huamanga.
Me dijo que vino huyendo de la violencia en su pueblo, de lo contrario morirían todos en manos de cualquiera de las fuerzas beligerantes.
Analfabeta, conocedora de los mensajes de la hoja sagrada Mama Coca, chacchadora de sus hojas. Sabia en el textil, nos dejó conocer la técnica del Aymara Kuru, complejidad en la combinación de colores y formas logrados en hilos multicolores, trasmitidos a niños y niñas refugiadas.
Ellos aprendieron y recuperaron la técnica y la lengua propia en espacios hostiles para los llegados de las alturas.
Mama Toribia, sigue guiándonos desde tu espiritualidad, sigue mirando las hojas de la mama coca, y sigue señalándonos.
El camino que debemos tomar para ser nosotros mismos. Tú forma de ver el mundo y las cosas seguirán en CHIRAPAQ. Recuerdo cuando nos decías: “¡Si CHIRAPAQ está bien, nosotros también estamos bien!”