La partería es hoy una profesión a punto de desaparecer. La reticencia de las autoridades a permitir el trabajo de las parteras y los parteros ha tenido como consecuencia la casi extinción de sus conocimientos.
Tarcila Llaconza Ñañez de 53 años aprendió de su madre desde los ocho años acerca del uso de las plantas y cómo aplicarlas en distintas enfermedades. Hoy, todos esos conocimientos ancestrales no son empleados en toda su capacidad pues su oficio, la partería, no es una profesión avalada por el sistema de salud local.
Llaconza asegura que tiene que ser muy cuidadosa si atiende a alguien. “Atiendo a dos embarazadas que acuden a mí para tratarlas. Con mucha pena a veces no las recibo. Lo único que puedo hacer es aconsejarlas por miedo a ir presa”, comenta.
La criminalización que sufren las mujeres avocadas a esta práctica ancestral, quienes son vistas por las autoridades municipales y de salud como figuras externas al sistema, viene mellando en el número de atenciones que brindan. A pesar de la existencia de la Política Sectorial de Salud Intercultural del Ministerio de Salud, que nos habla de una articulación de la medicina indígena y de la medicina convencional, esto aún no es una realidad en muchas regiones del Perú.
Rosalia Gutierrez de Navarro, de 69 años, cuenta que hoy ya no puede trabajar por miedo al hostigamiento e intimidaciones del personal de los centros de salud. “Antes no tenía problemas en atender a las mujeres. Las aconsejaba y cuidaba hasta que dieran a luz. Hoy ya no puedo trabajar porque me amenazan”, asegura.
Este contexto ha propiciado que los centros de salud sean los únicos en atender los embarazos, los mismos que, según las parteras Llaconza y Gutierrez, no son atendidos idóneamente. “Todos los casos que he visto terminan en cesárea. Las madres quedan heridas, ya no pueden trabajar como antes. Esto no sucedía cuando nosotros las atendíamos”, indican.
Y es que, el nacimiento por cesárea, continúa aumentando en el Perú. Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar del INEI de 2018, la proporción de nacimientos por cesárea en áreas rurales creció de 3.7% en el 2000 a 15,7% en 2018. Asimismo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que, a nivel mundial, la tasa de cesárea supera el ideal. Solo en las Américas, es del 38,9% en promedio.
Carelin Martínez Soto de 22 años es ahijada de Gutierrez y viene aprendiendo de ella todo sobre la partería. “Acompaño a mi madrina Rosalia desde hace un año y he visto de cerca cuánto conoce sobre el embarazo y las plantas medicinales. Sin embargo, cada vez son menos las mujeres que atiende por miedo a las autoridades de los centros de salud”, indica.
Como parte de su aprendizaje como partera, Martínez viajó a México al II Encuentro Internacional de Parteras Tradicionales de las Américas en México que reunió delegaciones de parteras de Perú, Canadá y México. “Escuchamos de nuestras hermanas de México que ya se encontraban reconocidas en su país. Ahora cuentan con un espacio para intercambiar saberes y atender a las mujeres”, comenta.
Ante esta situación, CHIRAPAQ, Centro de Culturas Indígenas del Perú, en alianza con la Federación Provincial de Mujeres Quechuas (FEPROMUQ) ha logrado reunir a las parteras de Vilcashuamán, Ayacucho en sesiones de aprendizaje sobre el uso de plantas medicionales, cómo sanar diversos dolores, a encontrar su propia voz y a conectarse con sus raíces indígenas. Son más de veinte mujeres que se están esforzando por preservar sus conocimientos tradicionales.
Esta alianza entre CHIRAPAQ y FEPROMUQ tiene como fin permitir el ejercicio de la partería indígena y respaldar y proteger a las parteras tradicionales indígenas para que ejerzan libremente su profesión ancestral, sin ser criminalizadas. Asimismo, busca promover un trabajo conjunto entre el personal de salud y las parteras para poder responder darles a las embarazadas una atención digna y pertinente.