Mujeres indígenas encabezan los indicadores de pobreza y exclusión de los servicios básicos, declaró la lideresa indígena Tarcila Rivera Zea.
Sentenció que la negación de la existencia de la discriminación y el racismo, por el Estado y la sociedad, contribuye a profundizar las diversas formas de violencia y exclusión.
“En el contexto histórico las mujeres indígenas hemos sido violentadas en las formas más denigrantes, desde la violación de nuestra Madre Tierra hasta el haber sido sometidas a la fuerza como objeto para la satisfacción sexual; internalizando la idea de ser un apéndice del varón y no un ser humano con voz, sentimiento, capacidad y decisión propios”.
Así lo aseguró la lideresa indígena, Tarcila Rivera Zea, en “Población indígena: derechos y participación”, publicación que recoge las sesiones públicas realizadas en el Congreso de la República del Perú durante marzo de 2007, bajo la organización de la Konrad Adenauer Stiftung.
Rivera Zea indicó que la discriminación económica es una de las formas contemporáneas en las que se manifiesta el racismo, señalando que son las mujeres indígenas quienes encabezan los indicadores de pobreza y la exclusión de los servicios básicos. “Porque en la distribución de los recursos económicos, la inversión social y las políticas públicas no se considera la variable étnica ni cultural de la población”, explicó.
Ella reveló que las mujeres indígenas en el campo reciben la mitad del pago que corresponde a los varones, por lo que se ven forzadas a migrar hacia la ciudad y terminan trabajando como empleadas del hogar, bajo condiciones casi de servidumbre.
“Un caso extremo es el del abuso sexual de parte de los empleadores o sus hijos, y cuando nos quejamos nos dicen que nosotras lo permitimos, como lo refieren las indígenas migrantes del Sindicato de Trabajadoras del Hogar”, señaló.
Según la Encuesta Nacional de Hogares de 2001, existían más 100 mil mujeres indígenas de entre 6 a 17 años de edad percibiendo la mitad del salario básico trabajando en este rubro.
La también presidenta de CHIRAPAQ Centro de Culturas Indígenas del Perú, explicó que aquellas mujeres indígenas que logran superar estas brechas y acceder a una educación superior, son también víctimas de discriminación dentro del mercado laboral.
Según Rivera Zea una indígena migrante que tiene estudios universitarios, no será aceptada por su apariencia, o porque viene de una universidad nacional, quizá con mayores carencias en su formación. “Las que tenemos algo de educación o capacitación tenemos que competir para obtener un puesto junto a otras mujeres cuyos rasgos físicos occidentales son aceptados y no los nuestros”, comentó.
La lideresa sentenció que la negación de la existencia de la discriminación y el racismo, por parte del Estado y la sociedad, contribuye a profundizar las diversas formas de violencia y exclusión.
Lea la memoria de las sesiones públicas completa aquí.
Racismo y discriminación con las hijas de la Madre Tierra by Centro de Culturas Indígenas del Perú on Scribd