La presidenta de CHIRAPAQ, Tarcila Rivera Zea, participó en el panel de discusión sobre la violencia contra las mujeres indígenas, durante la 32º Sesión del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
En su exposición, recalcó la necesidad de eliminar la ideología racista para lograr la inclusión de la mujer indígena. La agenda de empoderamiento de las mujeres y niñas indígenas debe tomar en cuenta la inversión en educación verdaderamente intercultural, la articulación de la justicia ordinaria y la justicia indígena, así como la defensa de los derechos individuales y colectivos.
A continuación, compartimos el texto completo de la intervención de Tarcila Rivera:
Desde el fondo de mi corazón, agradezco al Consejo de Derechos Humanos y a todas las personas que han hecho posible que las mujeres indígenas tengamos la oportunidad de estar en esta agenda, que significa un gran avance en el dialogo por la inclusión de los derechos humanos de todas las mujeres.
La inclusión de las mujeres indígenas debe ir acompañada de la erradicación de las formas de ejercer el poder con una ideología racista, que lleva a la discriminación en las políticas nacionales, basadas en una mentalidad, lamentablemente, todavía colonialista y colonizante. En ese sentido, agradezco muchísimo las palabras y la introducción de la señora Gilmore, que pone en el escenario internacional los aportes de la filosofía de vida de los pueblos originarios.
Se debe ver a las mujeres indígenas y niñas indígenas como sujetas de derecho con conocimientos, que tienen mucho por aportar. La inclusión y la educación son las principales condiciones para que las mujeres y niñas indígenas puedan seguir contribuyendo al desarrollo y la pervivencia de nuestros pueblos y culturas, al tiempo que comparten con el mundo sus conocimientos.
Es crucial que nuestros países inviertan en un sistema educativo para todos. Las mujeres indígenas necesitamos un sistema educativo incluyente, no solo para nosotras sino para la sociedad en su conjunto. El niño o la niña indígena que accede a un sistema de educación que refleja la diversidad cultural de su país, con la historia y los conocimientos originarios, crecerá sabiendo que tiene un conocimiento que aporta a la sociedad de manera positiva. Por su parte, los niños y las niñas no indígenas crecerán sabiendo que estos pueblos, que hasta hoy son tildados de ignorantes o de menor valor, tienen mucho que aportar.
En las comunidades, las mujeres indígenas desarrollamos nuestras capacidades para generar vida, cuidar la naturaleza, producir alimentos y contribuir al sustento de la familia. En situaciones de conflicto, hemos asumido como jefas de hogar. Requerimos las oportunidades para seguir empoderándonos en un medio donde las leyes a nuestro favor existen pero no se aplican ni respetan. Aspiramos a ser sujetas plenas de derecho y vistas en nuestras sociedades como agentes que aportan al desarrollo económico, espiritual, físico y de salud de nuestras familias.
Un aspecto muy importante para el ejercicio de derechos es promover el diálogo entre la justicia ordinaria y la justicia indígenas. Todavía se ve como un pecado que las mujeres indígenas ejerzamos el derecho de defender lo colectivo y lo individual. Defendemos el derecho al territorio, al agua limpia, a seguir viviendo en nuestros lugares y a heredar todo aquello a las futuras generaciones. De esa manera luchamos en defensa de los derechos colectivos, como partes de un pueblo que contribuye a la sociedad nacional y a la humanidad.
En cuanto a los derechos individuales como mujeres: no queremos violencias domésticas intrafamiliares contra nuestros hijos o contra nosotras; requerimos ejercer el derecho de decidir libremente cuántos hijos tener, cuidando nuestros cuerpos. Necesitamos salud física y espiritual dentro del hogar y las familias, para que eso se proyecte a la sociedad en su conjunto.
Las mujeres indígenas nos hemos sentido reflejadas en los espacios internacionales y los hemos tomado estratégicamente para hacer llegar nuestras voces en el Foro Permanente de Asuntos Indígenas de Nueva York, en la Comisión sobre el Status de la Mujer y en otros escenarios, como este, donde tengamos la oportunidad de participar. Muchísimas gracias, hermanos y hermanas.