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15 agosto, 2020

Surfeando el racismo en pandemia

En tiempos de pandemia, las redes sociales son el medio ideal por el cual se continúa reproduciendo y afirmando estereotipos racistas referidos a las mujeres indígenas.

Foto: Informateperu

Otra vez más, una figura pública -en este caso la medallista panamericana de surf 2017, Vania Torres Oliveri- marca tendencia en el campo del racismo.Lo hizo al promocionar las toallas faciales Sensibio H2O de la marca Bioderma, al limpiarse el maquillaje de su supuesta representación de una mujer indígena, realizada para una interpretación actoral conjunta con el fotógrafo Carlos Foesche, transmitida por la red social Instagram. Según sus declaraciones, en la misma red social, luego de la ola de críticas a su accionar manifestó:

“.. quería dejarles en claro un par de cosas. Este personaje fue hecho con mucho cariño y fue una escena de drama que hice para un taller de actuación que vengo trabajando hace muchísimo tiempo. Este personaje fue para hacer drama, no fue para hacer comedia, ni para un objeto de burla… y quería pedirle perdón a todas les personas que se han sentido ofendidas por esta publicación y no quería hacerles sentir mal a nadie… ”

Lo que llama poderosamente la atención es la construcción de “su” supuesto personaje: rostro adusto, ademanes toscos, miradas feroces, voces agudas y chillonas, todo el conjunto de herramientas que emplea el racismo para la representación estereotipada de los pueblos indígenas y, en este caso, de las mujeres indígenas. Esto se evidencia fácilmente al momento de “limpiarse” el maquillaje, y promocionar la toallita Sensibio, que permite contrastar el maquillaje desprolijo, “sucio”, de duras y marcadas líneas faciales para emerger con un rostro lozano y obviamente mucho más claro. En ese acto se puede resumir, a modo de metáfora, gran parte de nuestra historia como país: borrar el pasado indígena para emerger siendo diferentes y más cercanos a lo hegemónicamente establecido como bonito y bueno.

Esto último no es una interpretación antojadiza. Ya años atrás, la misma Torres Oliveri, manifestó públicamente en una entrevista, que era buena la presencia venezolana en nuestro país, pues ello contribuiría a “…mejorar la anatomía” de los peruanos.

En el personaje de Vania Torres, encontramos ecos de una pariente cercana: la Paisana Jacinta. Esto no es casualidad, pues ambos personajes se han construido sobre la misma base social y representación simbólica con los que el racismo ha construido el imaginario social referido a los pueblos indígenas en nuestro país. Como tampoco es casualidad, que momentos antes de “limpiarse” su personaje, realice un gesto característico de la Paisana Jacinta.

Lo que puede deducirse del personaje es que ha sido una elaboración consciente, que ha tomado tiempo y esfuerzo. No ha sido algo espontáneo, ni producto del azar y su premeditación radica en lo expuesto por la misma Vania Torres Oliveri es sus “disculpas” públicas: “… pido perdón a todas las personas que se han sentido ofendidas…”. No es el reconocimiento de un error social, por las razones que fueran, pues sus disculpas no son con la sociedad, sino con el sector ofendido, un sector que en los últimos años es más consciente de esta problemática y que se ha expresado inmediatamente. Tan solo unos cuantos años atrás seriamos calificados de “resentidos” y de “tener poca correa” o “estar influenciados por agendas externas”.

El acto cometido por la medallista panamericana, no es un hecho aislado. Al igual que el resto de personajes estereotipados étnicamente y representados por personas ajenas a las características físicas y fenotípicas representadas, la experiencia personal y social es clave para la licencia social que se toman para representar al “otro” u “otra” sobre quien no hay un acercamiento empático, pero tal vez sí simpático, como cuando por no ofender a un afroperuano, se le trata de “negrito”.

Un síntoma de que nos encontramos en un momento crítico de la lucha contra el racismo es la reacción de los patrocinadores de la surfista. Por una parte BIODERMA deslindó toda responsabilidad con el contenido emitido y alega desconocimiento, pero en ningún momento condena ningún acto racista ¿puede deberse a que ha sido la división peruana de esta empresa francesa ha sido la que se ha pronunciado? Es solo una especulación. Sin embargo, la empresa norteamericana Diner Club Internacional, cuya sede se encuentra en New York, a través de un comunicado contundente, retiró su apoyo a la tablista y nombró a las cosas por su nombre: racismo y discriminación. ¿Tendrá que ver con lo acontecido recientemente en relación a las protestas por el asesinato de George Floyd?

En este escenario, es de resaltar la acción emprendida por el Ministerio de Cultura, que ha trasladado el caso al Indecopi para la denuncia respectiva, lo cual ya se ha producido. Si todo se desenvuelve de acuerdo a ley y sin ningún tipo de privilegios ni concesiones, el cauce correcto es identificar el alcance de la intencionalidad, porque el acto racista si se ha producido, y la sanción correspondiente. Esto representaría un gran avance en el tratamiento del racismo y la discriminación racial pero no lo es todo. Lo ideal sería que el Ministerio denuncie inmediatamente como parte civil afectada en casos como el que nos ocupa.

Hace 5 años, CHIRAPAQ al ser consultada en un espacio periodístico de TV Perú, sobre la necesidad de denuncias más rápidas y sanciones más fuertes y drásticas en el caso del racismo y discriminación, sostuvo que ello resultaría contraproducente, pues no se puede aplicar sanciones duras frente a problemas estructurales que han sido plenamente naturalizadas en nuestra sociedad y la sanción es el resultado y aplicación sobre un proceso previo de sensibilización y sociabilización de un problema.

A puertas de la discusión de un proyecto de ley sobre el racismo (Proyecto de ley N° 5442/2020-PE. Ley de promoción de la diversidad cultural para la prevención y sanción del racismo y la discriminación étnico-racial) la discusión pública patrocinada desde el Estado sobre el racismo es casi nula, así como las campañas de sensibilización. Sin embargo, a nivel de la sociedad civil se registra un gran avance en cuanto al conocimiento de la problemática del racismo y su impacto en la vida de las personas y en nuestra sociedad, como queda evidenciado en la serie de condenas a la medallista panamericana. Ya no se puede hablar de desconocimiento, sino de la convicción de que se actúa sobre una base de una impunidad naturalizada.

La impunidad era la convicción de que nada sucedería por infligir daños de orden racial y discriminatoria, pero este privilegio, ejercido abiertamente hasta hace muy poco, viene siendo mellado y corresponde al Estado contribuir a que ningún acto racista y de discriminación racial quede impune.