CEPAL destacó a los jóvenes como fortaleza para dinamizar socioeconómicamente procesos de desarrollo en América Latina y El Caribe.
Jóvenes indígenas reclamaron mayor participación en los programas y reformas de Estado.
Se acaba en presentar en Quito durante la Reunión del Comité Especial de la CEPAL el Informe Invertir en juventud en América Latina y el Caribe: un imperativo de derechos e inclusión, elaborado por dicha instancia junto con el Fondo de Población de las Naciones Unidas UNFPA.
En este informe se precisa lo que muchos indicadores resaltaban. Cerca de un tercio de las y los jóvenes en América Latina y el Caribe viven en situación de pobreza, lo cual, a mención de la CEPAL, atenta directamente a la libertad de ejercer sus derechos y deberes.
Algo que destaca el informe –como reto y problema- es la oportunidad del famoso “bono demográfico”, una transición democrática en personas que entran dentro de las edades “potencialmente productivas”, donde el porcentaje de población en edad de trabajar y producir es mucho mayor (se llega a duplicar caso latinoamericano) del porcentaje de población que por rango etario puede considerarse dependiente (como los niños y niñas o adultos mayores).
La CEPAL destacó a este grupo poblacional como una fortaleza para dinamizar socioeconómicamente procesos de desarrollo. También evidenció la falta de perspectivas en políticas públicas para incorporar adecuadamente a ese sector, como la falta de oportunidades laborales, educativas, de salud, entre otros servicios. Asimismo, la poca disposición de los Estados en aplicar los correctivos a poblaciones históricamente vulnerables como son los jóvenes indígenas y en especial mujeres indígenas.
Jóvenes indígenas en la CEPAL
A propósito de esto, conversamos con Tania Pariona, joven quechua, representante del Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas ECMIA y la Asociación de Jóvenes Ñuqanchik de Perú, presente en la reunión de Quito.
Pariona admitió que sí existió voluntad por parte de los organismos internacionales para incluir una mesa indígena, particularizar sus demandas y visibilizar sus experiencias de desarrollo. Sin embargo, a nivel de los países, señaló que aún falta ampliar dentro de las propuestas estatales una visión de esas poblaciones -especialmente de los jóvenes-, a fin de incorporar lo que se está trabajando desde la sociedad civil en materia de salud sexual y reproductiva, educación y empleo.
La joven quechua evidenció también la existencia de una contradicción socioeconómica que afecta directamente a los jóvenes indígenas pues hoy, más que nunca, contamos con muchos recursos educacionales, sanitarios y comunicacionales que todas las generaciones anteriores juntas, pero curiosamente nunca llegan a ser completos para los jóvenes indígenas por estar dentro de estructuras excluyentes que limitan sus oportunidades de desarrollo y autonomía.
“Se va ganando cupos en los espacios internacionales para las reivindicaciones indígenas, pero tiene que existir la voluntad de implementar las recomendaciones por parte de los Estados” señaló Pariona. “Es casi el esfuerzo integro de los pueblos indígenas movilizados y luchando por que concreten realmente”, reclama.
Según Pariona entre las prioridades de los jóvenes indígenas en América Latina y el Caribe se encuentran el acceso a una educación intercultural, el acceso a la atención sanitaria respetando las culturas y adoptando protocolos para que sean prácticas validadas en las instituciones medicas, la creación de organismo de participación de la juventud indígenas reales y concretas, con carácter vinculante para los entes generadores de políticas públicas.
“Se avanza, pero a pasos cortos”, advierte Tania. “Si bien es cierto tenemos que presionar a nuestros Estados a cumplir las recomendaciones de todos los foros internacionales y de nuestra parte hacer el seguimiento, esto no basta. La clave es que nosotros los jóvenes indígenas seamos los impulsores de los cambios y reformas para disfrutar de una ciudadanía plena con visión pluricultural y diversa”, concluyó.