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3 septiembre, 2020

¿Y el racismo?.. bien gracias ¿y ud.?

El racismo, esta vez en el comentario de la congresista Martha Chávez Cossio por el nombramiento de Vicente Zeballos Salinas ante la OEA, no es casual ni aislado en el ámbito político.

Foto: Radio Onda Azul.

El racismo, esta vez en el comentario de la congresista Martha Chávez Cossio por el nombramiento de Vicente Zeballos Salinas ante la OEA, no es casual ni aislado en el ámbito político. El racismo se desenvuelve campante por toda nuestra sociedad y su empleo se orienta siempre a lo mismo: descalificar a una persona como parte de un conjunto que ha sido históricamente racializado.

Las expresiones racistas de la congresista de Fuerza Popular, Martha Chávez, se suma al largo historial de racismo practicado al interior del Congreso de la República. Durante la sesión virtual de la Comisión de Constitución y Reglamento, la congresista al referirse a la designación del ex premier Vicente Zeballos como representante permanente del Perú ante la Organización de Estados Americanos (OEA), manifestó que:

“… sin duda, es una facultad del presidente de la república designar, de acuerdo a la Constitución y a la ley, designar embajadores políticos, pero eso no puede significar que en plena pandemia se pase por alto la profesionalidad, la carrera de un diplomático que está asignado a una función ante la OEA y se le quite de en medio para darle espacio a una persona que [aquí hace un gesto característico de desprecio con la comisura de los labios] quizá debió ir a Bolivia, porque como moqueguano y como persona de rasgos [realiza un gesto con las manos por el rostro] así, [piensa por una fracción de segundos] eh, andinos, es una persona que debería conocer, y mejor llevarse mejor, con la población mayoritariamente andina o mestiza de, eh, Bolivia, además de los proyectos tan importantes que vinculan a Moquegua por el tema de Bolivia mar, con el tema de la transacción extra oceánica sur, con, con unos proyectos binacionales entre Bolivia y el Perú que además tiene mucha relación con el sur peruano, pero nada, nada de eso interesa…”

Antes de continuar, llama poderosamente la atención que ninguno de los dos congresistas interlocutores, que aparecen en la grabación, se inmuten ante las expresiones de la congresista y continúen como si nada pasara. Esto, lejos de poner de manifiesto una reacción aislada nos pone ante una constante que ha caracterizado a este primer poder del Estado. La composición del Congreso no se ha caracterizado precisamente por expresar la diversidad cultural de nuestro país y las iniciativas de reforma de la ley de partidos y composición de los distritos electorales para dar cabida a la participación política indígena directa y plena, no han prosperado.

Como representante política en funciones, las expresiones de Martha Chávez no pueden asumirse como personales y aisladas, sino la manifestación de cómo se entiende y configura las relaciones de poder y su representación por nuestra sociedad.

Quitándole, las palabras que hemos resaltado, el argumento de la congresista serían suficientes para sustentar su posición, sin embargo, ella requiere ser enfática, porque dentro de la lógica racista, puede haber en última instancia la equiparación de capacidades (en este caso el cargo político) así que se requiere zanjar esta situación mediante la descalificación fenotípica (las características de la fisonomía que abarca rasgos y color de piel) lo cual define los espacios de desenvolvimiento: el diplomático (que en el imaginario social es una persona blanca) para el espacio “exterior”: la OEA y el político (que ella define por sus rasgos como andino, que se puede deducir claramente que es un eufemismo de indio) para el ámbito “interior”: embajador en un país en donde estaría entre “sus” iguales.

Esta interpretación no es antojadiza, pues como dice la misma Martha Chávez, Vicente Zeballos, como andino, “debería” (imperativo) conocer y por tanto “llevarse mejor” con sus semejantes, y aquí si algo que llama la atención: la inclusión de los mestizos, que podemos asumir, dentro del discurso de la congresista, como mestizos de indígenas o con mayor fenotipo de indígena. Esto es muy significativo dentro de esta visión, pues el mestizaje en nuestro país ha sido siempre para borra lo indígena y acercarlo más al estereotipo/imagen/idea/representación de blanco.

En las últimas décadas hemos asistido a descalificaciones de este tipo. Desde la expresión “auquénido de Harvard” en palabras del padre de Lourdes Flores Nano para referirse a Alejandro Toledo, contrincante de su hija a la presidencia de la república, hasta las sistemáticas descalificaciones y burlas a congresistas indígenas como Paulina Arpasi Velásquez, Hilaria Supa Huamán, María Sumire López y Tania Pariona Tarqui. En el caso de María Sumire, al juramentar al cargo en quechua, fue increpada a hacerlo en castellano, ante su negativa, la congresista Martha Hildebrant increpó “no puede ser, está jurando ante nosotros un intruso, un intruso… en castellano, en castellano”.

Hay que recordar que en 2019, se supo que la inclusión de Martín Vizcarra en la plancha presidencial de Peruanos por el Kambio, según manifestó Carlos Bruce, se debió a que “tenían demasiados blancos” y “necesitaban a un provinciano”. Nuevamente, la periferia (las provincias) como espacio de los diferentes, de los no blancos. Según los censos nacionales 2017, más del 25% de la población se identificó como indígena, si estos datos las traducimos en representación política ¿cuántos representantes o qué fracción del parlamento nos correspondería como pueblos indígenas?

Nos urge una reforma constitucional y legislativa para viabilizar la participación política indígena, nuestra situación y problemática no ha sido comprendida ni atendida ni por la política ni por los partidos políticos, a puertas del bicentenario, esto plantea una serie de desafíos que se precisa identificarlos y abordarlos, de lo contrario, seguiremos siendo considerados como parte de una cuota necesaria, pero no importante en la política nacional.